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miércoles, 3 de julio de 2013

Tú, tan sencillo como eso.

Hola pequeño, necesitaba escribirte esto pero quiero que sepas que será la última vez que escriba sobre ti, aunque creo que lo hago más por mi que por ti.

No me resulta fácil escribir sobre ti, escribirle a una persona con la que he compartido tantos momentos, ya no buenos ni malos, simplemente momentos.
Quiero darte las gracias de una forma u otra por enseñarme tantas cosas, por hacer que abra los ojos en este mundo, por haber sido mi amigo, y por querer mostrarme la realidad tal como es; sí, una hija de puta.
Pero también quiero darte las gracias por haber intentado camuflarme, por haber hecho de mi una cría a la que lo único que le importaba era pensar a que bar íbamos a cenar esa noche, que ropa se pondría para que la vieras guapa, las veces que le decías te quiero al día…
No te miento, fue una de las mejores etapas de mi vida, una etapa donde no tenia por que fingir nada, donde era yo en todo momento y veía que te gustaba, que disfrutabas viéndome feliz y sinceramente creo que hoy en día eso es lo más grande que le puede pasar a una persona.

Y aquí es donde muchos de vosotros pensareis que esto es una cursilada, una chorrada más de otras tantas, pero los que saben realmente de lo que estoy hablando entenderán lo que intento transmitir.

Lo que intento contarte es que llega un día, un día cualquiera en el que te das cuenta de que necesitas esa carta en el buzón, esa flor en la puerta, o esa llamada en la madrugada por el simple hecho de que no puede parar de pensar en ti.
Ese “te quiero” en el momento menos esperado, esos paseos largos y sin rumbo, donde no nos importaba hacia dónde íbamos, lo único que nos importaba es que íbamos juntos.
Y recuerdas vuestra canción, vuestra película, vuestro sitio favorito de aquel bar donde solíais ir. Recuerdas las tonterías, los malos chistes, los momentos donde hacías el payaso y eso le hacía estallar en mil sonrisas.
Recuerdas las peleas tontas sin motivo, que solo eran escusas para fundiros en un abrazo infinito, y momentos de pasión que te hacían sentir la persona más especial del mundo, donde ambos cuidabais cada detalle, cada mínimo detalle por hacer sentir bien al otro.
 Te acuerdas de él, de su olor, de su pelo, de su piel, de su mirada, de la manera en la que te tocaba, de la manera en la que te hacia sentir especial, de la manera en la que hacía que todo te diese igual; que solo te importara él.
Él, tu vida, tu amor, tu cómplice, tu amigo, tu todo.

Pero todo esto, todos estos besos, abrazos, caricias; todos los momentos se quedan para ti y para el, guardados para siempre en aquel baúl olvidado.
Y lo que no sabrás es que un día, cualquier día a cualquier hora necesitarás volver ahí, volver a revivir esos momentos, volver a amar con aquella intensidad, volver a morir por alguien y sentir que alguien muere por ti, por hacerte feliz, por ser su primer pensamiento al despertar y que te despierte de esa forma que tanto te gustaba y que ahora nadie lo hace.
Entonces, te darás cuenta de que no podrás, de que ya por mucho que lo intentes no podrás amar tanto a una persona, de que ya nadie te llamará en la madrugada, ni te dejará cartas en el buzón, ni rosas en tu puerta.
Ya nadie entenderá tus locuras, o al menos no de la manera en la que él lo hacia.
Y no te quedará nada más que aprender a vivir con eso, solo tendrás el recuerdo de una época de tu vida que se fue, como todo en la vida.

Y estoy segura de que todos habéis pasado por esto, porque mientras leíais esa persona a aparecido por vuestra mente.
Y si no os ha ocurrido eso, es que aún no habéis tenido el privilegio, mejor dicho, el gran privilegio de haber podido amar a alguien con todas vuestras fuerzas.