Hola pequeño, necesitaba escribirte esto pero quiero que sepas que será la última vez que escriba sobre ti, aunque creo que lo hago más por mi que por ti.
No me resulta fácil escribir sobre ti, escribirle a una
persona con la que he compartido tantos momentos, ya no buenos ni malos,
simplemente momentos.
Quiero darte las gracias de una forma u otra por
enseñarme tantas cosas, por hacer que abra los ojos en este mundo, por
haber sido mi amigo, y por querer mostrarme la realidad tal como es; sí, una
hija de puta.
Pero también quiero darte las gracias por haber intentado
camuflarme, por haber hecho de mi una cría a la que lo único que le importaba
era pensar a que bar íbamos a cenar esa noche, que ropa se pondría para que la
vieras guapa, las veces que le decías te quiero al día…
No te miento, fue una de las mejores etapas de mi vida, una
etapa donde no tenia por que fingir nada, donde era yo en todo momento y veía
que te gustaba, que disfrutabas viéndome feliz y sinceramente creo que hoy en
día eso es lo más grande que le puede pasar a una persona.
Y aquí es donde muchos de vosotros pensareis que esto es
una cursilada, una chorrada más de otras tantas, pero los que saben realmente
de lo que estoy hablando entenderán lo que intento transmitir.
Lo que intento contarte es que llega un día, un día
cualquiera en el que te das cuenta de que necesitas esa carta en el buzón, esa
flor en la puerta, o esa llamada en la madrugada por el simple hecho de que no
puede parar de pensar en ti.
Ese “te quiero” en el momento menos esperado, esos paseos
largos y sin rumbo, donde no nos importaba hacia dónde íbamos, lo único que nos
importaba es que íbamos juntos.
Y recuerdas vuestra canción, vuestra película, vuestro
sitio favorito de aquel bar donde solíais ir. Recuerdas las tonterías, los
malos chistes, los momentos donde hacías el payaso y eso le hacía estallar en
mil sonrisas.
Recuerdas las peleas tontas sin motivo, que solo eran
escusas para fundiros en un abrazo infinito, y momentos de pasión que te hacían sentir la persona más especial del mundo, donde ambos cuidabais cada
detalle, cada mínimo detalle por hacer sentir bien al otro.
Él, tu vida, tu amor, tu cómplice, tu amigo, tu todo.
Pero todo esto, todos estos besos, abrazos, caricias;
todos los momentos se quedan para ti y para el, guardados para siempre en aquel
baúl olvidado.
Y lo que no sabrás es que un día, cualquier día a
cualquier hora necesitarás volver ahí, volver a revivir esos momentos, volver a
amar con aquella intensidad, volver a morir por alguien y sentir que alguien
muere por ti, por hacerte feliz, por ser su primer pensamiento al despertar y
que te despierte de esa forma que tanto te gustaba y que ahora nadie lo hace.
Entonces, te darás cuenta de que no podrás, de que ya por
mucho que lo intentes no podrás amar tanto a una persona, de que ya nadie te
llamará en la madrugada, ni te dejará cartas en el buzón, ni rosas en tu
puerta.
Ya nadie entenderá tus locuras, o al menos no de la
manera en la que él lo hacia.
Y no te quedará nada más que aprender a vivir con eso,
solo tendrás el recuerdo de una época de tu vida que se fue, como todo en la
vida.
Y estoy segura de que todos habéis pasado por esto,
porque mientras leíais esa persona a aparecido por vuestra mente.
Y si no os ha ocurrido eso, es que aún no habéis tenido el
privilegio, mejor dicho, el gran privilegio de haber podido amar a alguien con
todas vuestras fuerzas.
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